domingo, 15 de julio de 2007

Spencer Tunick en México



Pues esta fue mi experiencia ese grandioso 6 de Mayo de 2007:

Comenzaré por contarles que la decisión de participar en este evento la tome hace como un año y medio cuando por primera vez se informó que Spencer Tunick tenía planeado venir a México, en ese momento entré a su página de Internet y me registré, al paso del tiempo pensé que todo había sido olvidado y que nunca vendría, ya me había resignado a esto cuando recibí un mail informándome que ya estaba confirmado el evento (casi un año y medio después de mi registro) así que me registré nuevamente pero ahora en la página de la UNAM y Spencer Tunick.

Los días transcurrieron investigando entre mis conocidos quienes asistirían, muchos dijeron: “yo creo que sí”…. Oh sorpresa!!! de todos los que respondieron así no hubo uno solo que el día anterior al evento confirmara su asistencia (de hecho ninguna de esas personas asistió) por lo cual me resigné a asistir totalmente solo.

La noche anterior fue un poco de incertidumbre, visité a mi madre y su galán, los cuales me apoyaron y al mismo tiempo me decían que estaba loco, ¿qué sería este mundo si no hiciéramos algo fuera de lo común???, estuve con ellos platicando hasta cerca de las 00:30 horas del día 6 de mayo me despedí y me dirigí a mi domicilio (a tan solo un edificio de distancia) puse la alarma de mi despertador a las 03:30 horas me acosté, relajé y cerré los ojos, debía descansar por lo menos dos o tres horas, finalmente me quedé dormido.

6 de Mayo de 2007 03:30 horas

Me despertó el agudo sonido de la alarma e hice lo que en muy pocas ocasiones hago, me levanté de la cama dispuesto a bañarme sin antes haber reprogramado la alarma por unos 5 o 10 minutos más, entré al baño y abrí la llave del agua caliente, necesitaba algo de agua tibia para terminar de relajarme y disfrutar del día y la experiencia que estaba por vivir, me bañé y caí en el dilema de muchos: “¿qué me pongo?” cuando recordé las múltiples recomendaciones para asistir así que tome un pants, un par de tines y mis tenis del clóset no más que eso, finalmente nadie iba a lucir el guardarropa, terminé de vestirme a las 4:05 horas aproximadamente, en ese momento caí en la cuenta de algo muy importante: “¿cómo iba a llegar al Zócalo si carezco de automóvil?, la respuesta fue inmediata: taxi, pero tendría que ser un taxi de los llamados ejecutivos porque es una locura tratar de abordar un taxi en la vía pública un sábado a las 4 de mañana en la Ciudad de México y más viviendo en una zona como Tlatelolco que no es precisamente una de las mas seguras de la ciudad, llamé a un servicio de taxis y me indicaron que en aproximadamente en 10 minutos pasaría el servicio a recogerme y así fue.

La plática con el conductor del taxi fue amena y comentó que no se sentía preparado para participar en un evento de este tipo y le respondí que quizá tenía que ver en gran medida la diferencia generacional aunque esto no era una condicionante imperativa, al cabo de aproximadamente 10 minutos de camino dimos vuelta en avenida Juárez y para la sorpresa del conductor y mía la fila de autos era interminable razón por la cual le agradecí el servicio, pagué y descendí del taxi, empecé a caminar y a percatarme de las personas que llegaban en esos momentos, algunos en auto, otras en bicicleta, en patines o simplemente al igual que yo, caminando.

Fue muy grato en ese camino de aproximadamente cuatro cuadras ver una familia completa, hombres y mujeres de todas las edades, parejas, etc… al llegar a la zona de ingreso la sorpresa fue enorme, creo que faltó bastante organización en ese aspecto, a pesar de haber anunciado que solo podrían ingresar todas aquellas personas que se hubieran registrado previamente no fue así, me encontré con que había incluso venta de hojas de registro por parte de algunas personas, y finalmente a las 4:47 horas ingresé, busqué caras conocidas encontré a unos amigos gay y nada mas, comenzó la espera, me comuniqué con una amiga que me dijo que ella si iba pero que nos veíamos en el zócalo directamente y me informó que se encontraba formada en 16 de septiembre pero que la fila era larga, de aproximadamente 4 o 5 cuadras, y me dijo que quizá lo ideal sería vernos al final del evento y así inició la espera en solitario, al paso de los minutos inició la plática con las personas alrededor mío, el por qué estábamos ahí, a qué nos dedicábamos, los gritos de México, las goyas y huelums, etc…. El desorden del siéntense, párense, muévanse para acá, que siempre no regrésense, y así estuvimos hasta que llegó el momento de las primeras palabras de parte de Spencer y de la mano también llegó el desencanto del traductor, persona poco conocedora de la traducción y creo que del sentido del profesionalismo ya que a más de uno nos dio la impresión de no tener idea de lo que nos estaba diciendo, dio también la noticia de que no serían solo tres tomas y que serían sorpresa después de esto a continuar con la espera….

Y por fin el ansiado momento llegó, cuando Spencer lo indicó se inició el despojo de las ropas y pudores, algunos con mayor rapidez que otros, algunos otros dubitativos, la chica que le dijo a su pareja: “es que me van a ver sin ropa” o el comentario de un amigo a otro: “voy a ver a tu vieja en pelotas” y las consabidas carcajadas del grupo pero finalmente todos con el mismo fin: “hacer historia en la Ciudad de México”, el no perder la ubicación del lugar en el que dejábamos el que por esos momentos sería nuestro tesoro mas preciado al finalizar el evento: nuestras ropas. Inició el acomodo en cada cuadro de concreto de la plaza, la invasión a la intimidad (a esas alturas casi inexistente) por parte de los hospedados en el hotel Majestic y aquellos que se encontraban en el edificio de gobierno, los gritos por las cámaras de fotografía y video que los mismos exhibían y los aplausos para aquel huésped de primer piso del Hotel Majestic que se paró en la barda con cámara en mano pero eso si, sin ropa alguna que le cubriera sin animarse a bajar y ser parte de la instalación de Spencer.

He de confesar que me hubiera encantado poder observar el Lábaro Patrio en el asta bandera, desconozco la razón por la que no fue izada la misma pero quiero suponer que las presiones políticas fueron muy fuertes además de recordar que el partido en el poder es conservador y por decir lo menos también “mocho”.

Una vez colocados en la plancha del Zócalo continúo el martirio con el traductor que en más de una ocasión dijo cosas diferentes a lo expresado por Spencer pero ahí seguíamos estoicos aún tiritando de frío inspeccionando los cuerpos a nuestros lados, bromeando y esperando que los de atrás, si aquellos que casi no escuchaban quiero suponer, hicieran caso de las indicaciones de Spencer para la primer toma y así fue, se nos solicitó adoptar la posición de saludo a la bandera la cual gustosos hicimos, se pidió silencio y después de algunos momentos la primer toma fue concluida, continuaríamos con la segunda toma, la cual a muchos nos causo frío al colocar nuestros tibios cuerpos sobre las placas de concreto y alguno que otro, como yo, que les toco media placa de acero pero había que resistir, todo implica un sacrificio y aún cuando llevábamos ya algunos sacrificios, uno más no nos costaría nada, después de muchas indicaciones de nuevo a las personas en la parte posterior de la plancha concluimos la segunda toma y pasamos a la que quizá sería la mas dolorosa de todas, la posición fetal, incómoda para muchos y que además se prestó para el comentario pícaro que tenemos los mexicanos, las bromas entre amigos y amigas, la pena y el grito de: “pinche gringo ya apúrate” dieron pie a que esta última fuera quizá la toma que mas tiempo llevó en cuanto organización por aquello del dolor derivado de la posición…

Posterior a esta toma se nos pidió que nos dirigiéramos a la calle de 20 de noviembre para las siguientes tomas, aquí fue cuándo tomé conciencia realmente de la cantidad de personas que éramos, lo lento que era el desplazarnos por tener la precaución de los roces de un@s con otr@s, recuerdo claro que al llegar a la esquina en la que inicia 20 de noviembre a partir de la plancha del zócalo había una persona de TV UNAM grabando al evento y junto a él, otra persona también de TV UNAM se encontraba grabando y tomando fotos con su celular razón por la cual algun@s de l@s participantes comenzaron a protestar; una señora frenó de golpe su andar y yo por estar distraído viendo lo de la persona de TV UNAM choqué con ella de inmediato me disculpé y su respuesta aún la tengo totalmente fresca y estampada en la memoria: “pierda cuidado joven, a estas alturas ni de que disculparnos…”, seguimos avanzando sobre 20 de noviembre cuando de repente se para frente a mí una chica lo cual me hace elevar la mirada y olvidarme de los pensamientos abstractos en los que me encontraba para darme cuenta que esa chica que sorpresivamente se detuvo frente a mí era una ex compañera de trabajo, una chica a la cual le di capacitación en alguna empresa, la cual en su reacción inmediata se cohibió y se puso ligeramente roja, no dudo que me haya sucedido lo mismo, después de la mirada cómplice proseguimos a saludarnos y al par de minutos a despedirnos para cada quién seguir con su camino.

Se hicieron las tomas: que eleváramos alternadamente los brazos, ambos al mismo, que eleváramos solo el izquierdo con el puño cerrado, que tomáramos distancia con el compañero de adelante (cosa que no estoy seguro si fue indicación de Spencer o fue un clásico bromista) y así llegamos casi al final, al momento que creo fue la mayor falla que hubo en el evento al mandar a los caballeros a vestirse y pedir a las damas que esperaran para una foto más….

En ese momento se inició el caos en toda la extensión de la palabra, recuerdo perfectamente que llegué por mi ropa me puse mis tines, estaba por ponerme el pants cuando se acercó una chica que, asumo, decidió no participar en la toma de mujeres solamente y me pidió por favor que le prestara una playera o chamarra porque no encontraba su ropa a lo cual accedí y fue cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, por qué vestirme si aún había compañeras que no podían hacerlo y lo que decidí fue acercarme a la valla que se formó por lo hombres ya vestidos (con celulares o cámaras digitales en mano) para decirles que no tomaran fotos, que respetaran a las compañeras que seguían desnudas, que no estábamos ahí para obtener fotos de unas chicas desconocidas y que abiertamente podríamos considerarlo una falta de respeto, de hecho esta situación provocó que algunas chicas decidieran de último momento ya no participar en esa toma…

Y como dice Serrat “el Sol nos dice llego el final, por una noche se olvidó que cada uno es cada cual…” y llegó también el momento de vestirme razón que no me agradó tanto pero ¿qué podíamos hacer? Por lo menos puedo decir que disfruté al máximo el estar desnudo en el Zócalo de la Ciudad de México y el mayor tiempo posible...
Aquí hay un recopilado de 40 imágenes que hice de la red por si alguien está interesad@ en descargarlas: http://rapidshare.com/files/43103915/Spencer_Tunick.zip

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